Segundo Domingo de Adviento
El profeta IsaÃas sueña y espera una vuelta al paraÃso. No sólo se habla de una humanidad pacificada, sino de una creación enteramente renovada. Hasta los animales se van a respetar y querer.
Esta realidad será liderada por un prÃncipe divino, vestido de justicia y verdad, colmado con todos los dones del EspÃritu Santo.
Este prÃncipe, lleno de los dones del EspÃritu, es Jesús.
Todas las Escrituras hablan de él.
Todas las Escrituras deben ser leÃdas en clave crÃstológica.
Con Cristo empieza un mundo nuevo. Por eso es propio de cristianos acogerse, vivir unidos, orar juntos, alabar a Dios.
En el desierto surge un profeta que quiere cambiar el pueblo. Bautiza con agua, como un signo de conversión y renovación. Pero anuncia un bautismo con EspÃritu Santo y fuego.
Él se llamaba Juan, un servidor del Reino de Dios, pero el verdadero Rey se llamará Jesús.
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