Mensajes...para reflexionar
Jornada Mundial de las Migraciones
La Iglesia celebra hoy la Jornada Mundial de Migraciones, con el lema, “MIGRACIONES : Peregrinación de fe y esperanza CONTIGO TAMBIEN”
“En efecto, fe y esperanza forman un binomio inseparable en el corazón de muchísimos emigrantes, puesto que en ellos anida el anhelo de una vida mejor, a lo que se une en muchas ocasiones el deseo de querer dejar atrás la «desesperación» de un futuro imposible de construir.
Al mismo tiempo, el viaje de muchos está animado por la profunda confianza de que Dios no abandona a sus criaturas y este consuelo hace que sean más soportables las heridas del desarraigo y la separación, tal vez con la oculta esperanza de un futuro regreso a la tierra de origen.
Fe y esperanza, por lo tanto, conforman a menudo el equipaje de aquellos que emigran, conscientes de que con ellas «podemos afrontar nuestro presente: el presente, aunque sea un presente fatigoso, se puede vivir y aceptar si lleva hacia una meta, si podemos estar seguros de esta meta y si esta meta es tan grande que justifique el esfuerzo del camino»
(Benedicto XVI, en su mensaje para la Jornada)
“Fe y Esperanza”. No en vano estamos en el Año de la Fe. Por eso también nosotros queremos contribuir a revivir y reavivar esta fe que todos tenemos. De ahí que las homilías de estos próximos domingos serán dedicadas a ver algunos aspectos de nuestra fe.
Que esta iniciativa estimule nuestra ansia de vivir mejor este Año de la Fe y, en general, toda nuestra vida de fe
P. Sindo.
María de la Visitación
En este último domingo de Adviento aparece la figura de María. Este año con el texto de la Visitación a su prima Isabel. Es digno de pararnos unos momentos a reflexionar este testo. María acaba de recibir la visita del ángel para decirle que va a ser madre del Hijo de Dios. Podía haberse quedado en su casa, meditando en la intimidad en ese misterio que no llegaba a comprender.
Pero, ‘ni corta ni perezosa’, se pone en camino “aprisa” para ver a su prima, y allí, sin prisas, pasa tres meses con ella.
Qué buen ejemplo para nosotros que andamos siempre con el reloj en la mano. Nos apresuramos en salir de nosotros mismos para ir hacia los demás, pero siempre preocupados por el tiempo.
¿Por qué no hacer de “nuestras visitaciones” algo parecido a la de María?
al visitar un enfermo o a personas mayores solas;
al acompañar a un migrante porque nos sabe desenvolverse solo;
al estar con personas sin trabajo, con marginados de la periferia de la sociedad;
al tratar de consolar a los corazones heridos por la violencia, etc.
Cuántas oportunidades de hacer de nuestras visitas, auténticas visitaciones, con la gran preocupación de llevar a Jesús con nosotros y tratar de presentarlo a los demás. Sin grandes pretensiones, ni grandes discursos. Simplemente desde el convencimiento y desde la sencillez, al ejemplo de María.
Pocos días para Navidad. Aprovechémoslos.
P. Sindo.
ADVIENTO… En el año de la fe
Tiempo para acallar la mente y escuchar la Presencia
Tiempo para estar con Dios,
siempre presente, y siempre a la espera.
Tiempo para poner atención al Misterio
que nos habita, nos sostiene y nos constituye.
Tiempo para acercarnos a nuestra interioridad, aceptarnos y acogernos amorosamente.
Tiempo para despertar y vivir en el presente: aquí y ahora.
Tiempo para poner calidad de vida en lo que hacemos.
Tiempo para caer en la cuenta de lo esencial que no vemos.
El Adviento: una invitación a parar y escuchar el latido de la vida.
El Adviento: un camino para descubrir la fidelidad de Dios.
El Adviento: una oportunidad para escuchar las promesas de Dios.
El Adviento: una actitud de asombro ante lo pequeño, lo sencillo.
El Adviento nos hace peregrinos de la fe y de la esperanza.
Nos hace Dios testigos en medio del camino.
Testigos que descubren la bondad del mundo,
escondida en los humildes de la tierra.
Testigos de Jesús, la fuente de la historia.
Testigos que hablan de Dios viviendo en la verdad.
Testigos de alegría atentos a la vida.
¡Tanto se han unido Dios y el ser humano!
Adviento, Navidad... ¡Todo un milagro!
(Reflejos de luz).
¿De qué tengo yo que desprenderme?
Para responder a la propuesta que Jesús hace al joven, “va, vende lo que tienes…” hemos de preguntarnos: ¿De qué tengo que prescindir?
Los bienes, en sí, no son malos: nos permiten salir al encuentro de las necesidades de los demás, ayudar, ser solidarios…
Lo peor de los bienes no está en ellos. Está en las personas y en su manera de usarlos. Podemos hacernos esclavos de ellos y ahí está la desdicha :
en estar más pendientes del tener que del ser;
en tender a acaparar más que ayudar a los demás;
en aparentar más que el dar;
en acumular más que pensar en la solidaridad, etc.
Son algunos ejemplos que, en definitiva, lo que nos ocurre es que nos vamos distanciando del evangelio.
Sin duda, todos tenemos algo de lo que desprendernos: Puede ir desde el desprendimiento de bienes materiales, como de lo que, en ocasiones, consideramos bienes: el genio, la soberbia, el egoísmo, la tristeza, el desencanto, el pesimismo…
Creo poder decir que en todo esto todos tenemos bastantes caudales en el banco de nuestro corazón.
Para seguir a Jesús, ¿no tendremos que hacer algunos esfuerzos para liberarnos de muchas de estas ataduras?
P. Sindo, cmf.
Reconocer a Jesús resucitado
Reconocer a Jesús resucitado
Después de las emociones de la Semana Santa y Pascua, en este segundo domingo de Pascua la liturgia nos invita a volver a la realidad, pues reconocer y aceptar que Jesús ha resucitado sin haber visto los signos o las señales, no es del todo evidente.
No tenemos más que ver lo que le pasó a Tomás... Y Tomás no es sólo un personaje de la época de Jesús, sino que en él estamos representados todos.
¿Quién no ha dicho en su vida “si no lo veo no lo creo”?
Dos cosas me parecen importantes :
el abandono de la comunidad (Tomás no estaba presente en la primera aparición, ocho días antes) no produce buenos frutos si se quiere reconocer a Jesús resucitado;
los signos del resucitado no hay que buscarlos en el poder o en la pompa. Tomás reconoce a Jesús en los agujeros de la cruz y de la lanza de la pasión.
Dos aspectos esenciales para nuestra vida cristiana :
La importancia de la comunidad para vivir a fondo nuestra fe y nuestra practica cristianas.
Reconocer a Jesús no en apariencias externas de boato, de lo puramente exterior. El texto del evangelio nos indica más bien el camino del sufrimiento, el camino de los agujeros de las heridas de la vida en las personas, pues sigue habiendo muchos crucificados.
P. Sindo.