Evangelio 9 de marzo
Lectura del santo evangelio según san Juan (5,17-30):
En aquel tiempo, dijo Jesús a los judÃos:
«Mi Padre sigue actuando, y yo también actúo».
Por eso los judÃos tenÃan más ganas de matarlo: porque no sólo quebrantaba el sábado, sino también llamaba a Dios Padre suyo, haciéndose igual a Dios.
Jesús tomó la palabra y les dijo:
«En verdad, en verdad os digo: el Hijo no puede hacer nada por su cuenta sino lo que viere hacer al Padre. Lo que hace este, eso mismo hace también el Hijo, pues el Padre ama al Hijo y le muestra todo lo que él hace, y le mostrará obras mayores que esta, para vuestro asombro.
Lo mismo que el Padre resucita a los muertos y les da vida, asà también el Hijo da vida a los que quiere. Porque el Padre no juzga a nadie, sino que ha confiado al Hijo todo el juicio. para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo, no honra al Padre que lo envió.
En verdad, en verdad os digo: quien escucha mi palabra y cree al que me envió posee la vida eterna y no
incurre en juicio, sino que ha pasado ya de la muerte a la vida.
En verdad, en verdad os digo: llega la hora, y ya está aquÃ, en que los muertos oirán la voz del Hijo de
Dios, y los que hayan oÃdo vivirán.
Porque, igual que el Padre tiene vida en sà mismo, asà ha dado también al Hijo tener vida en sà mismo. Y le ha dado potestad de juzgar, porque es el Hijo del hombre.
No os sorprenda, porque viene la hora en que los que están en el sepulcro oirán su voz: los que hayan hecho el bien saldrán a una resurrección de vida; los que hayan hecho el mal, a una resurrección de juicio. Yo no puedo hacer nada por mà mismo; según le oigo, juzgo, y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió».
Palabra del Señor
Comentario
El texto que nos propone la liturgia de hoy es grandioso y muy complejo; después de sanar al paralÃtico en la Piscina de Betesda, Cristo se alza en toda su grandeza de Hijo de Dios, que realiza las obras salvÃficas del Padre, y es, al mismo tiempo, Juez de la historia. Su figura solemne se levantará en el momento decisivo de esa misma historia; su voz resonará; su voz resonará y, al igual que el Padre del cielo, dará la vida a los que han muerto. Éstos abandonarán sus tumbas para asistir a un juicio de salvación o condena. Estamos ante una hermosa reflexión sobre la Resurrección.