Evangelio 9 de Enero
Lectura del santo evangelio según San Marcos (6,45-52):
Después que se saciaron los cinco mil hombres, Jesús en seguida apremió a los discípulos a que subieran a la barca y se le adelantaran hacia la orilla de Betsaida, mientras él despedía a la gente. Y después de despedirse de ellos, se retiró al monte a orar. Llegada la noche, la barca estaba en mitad del lago, y Jesús, solo, en tierra. Viendo el trabajo con que remaban, porque tenían viento contrario, a eso de la madrugada, va hacia ellos andando sobre el lago, e hizo ademán de pasar de largo. Ellos, viéndolo andar sobre el lago, pensaron que era un fantasma y dieron un grito, porque al verlo se habían sobresaltado. Pero él les dirige en seguida la palabra y les dice: «Ánimo, soy yo, no tengáis miedo.» Entró en la barca con ellos, y amainó el viento. Ellos estaban en el colmo del estupor, pues no habían comprendido lo de los panes, porque eran torpes para entender
Comentario
Sigue el relato de la multiplicación de los panes y los peces. Cumplida esta acción evangelizadora, Jesús “apremió a los discípulos a que subieran a la barca… Y después de despedirse de ellos, se retiró al monte a orar”. Sigue la tarea nada fácil de la pesca en el mar de Galilea. “El viento era contrario”, y Jesús aparece andando sobre el lago. “Pensaron que era un fantasma y dieron un grito”. “No tengáis miedo, soy Yo”. Muchas veces a lo largo de nuestra vida el viento es contrario y surgen las dificultades y los problemas: una enfermedad, una muerte de un ser querido, un fracaso, falta de trabajo… Sufrimos y tenemos miedo, y pensamos que todo pasará. ¿Qué nos pide Jesús ante las contrariedades de la vida? Sin duda ninguna a fiarnos por completo en Él. Siempre está a nuestro lado; Él sube a nuestra barca y nos acompaña siempre. Estando a su lado no tenemos nada que temer. Decía Niwman que “Dios no me ha fallado nunca”. Pidamos para que, en medios de las dificultades, sepamos ver al Señor como el mejor amigo que nos ayuda siempre. (A.C.P.)