Evangelio 5 de marzo
Lectura del santo evangelio según san Lucas (18,9-14):
En aquel tiempo,
a algunos que, teniéndose por justos, se sentÃan seguros de sà mismos y despreciaban a los demás, dijo Jesús esta parábola: «Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo; el otro, un publicano. El fariseo, erguido, oraba asà en su interior: "¡Oh Dios!, te doy gracias, porque no soy como los demás: ladrones, injustos, adúlteros; ni como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo." El publicano, en cambio, se quedó atrás y no se atrevÃa ni a levantar los ojos al cielo; sólo se golpeaba el pecho, diciendo: "¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador." Os digo que éste bajó a su casa justificado, y aquél no. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.»
Palabra del Señor
Comentario
La oración da fe del estado de ánimo del alma. En la parábola que hoy nos propone el Evangelio se contraponen dos modos de orar que revelan el corazón de dos almas diferentes: Por un lado, la arrogancia del fariseo que se juzga autosuficiente y pretende que Dios levante acta de sus méritos y se los premie. Por otro lado, la humilde confesión del publicano que es escuchada por un Dios que no desprecia un corazón humillado. La aplicación final recuerda el veredicto de Jesús: solo el pecador regresa a casa justificado, es decir, perdonado y digno de considerarse justo ante el Señor.