Evangelio 4 de Diciembre

Lectura del santo evangelio según san Mateo (15,29-37):

En aquel tiempo, Jesús, bordeando el lago de Galilea, subió al monte y se sentó en él. Acudió a él mucha gente llevando tullidos, ciegos, lisiados, sordomudos y muchos otros; los echaban a sus pies, y él los curaba. La gente se admiraba al ver hablar a los mudos, sanos a los lisiados, andar a los tullidos y con vista a los ciegos, y dieron gloria al Dios de Israel. Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: «Me da lástima de la gente, porque llevan ya tres días conmigo y no tienen qué comer. Y no quiero despedirlos en ayunas, no sea que se desmayen en el camino.» Los discípulos le preguntaron: «¿De dónde vamos a sacar en un despoblado panes suficientes para saciar a tanta gente?» Jesús les preguntó: «¿Cuántos panes tenéis?» Ellos contestaron: «Siete y unos pocos peces.» Él mandó que la gente se sentara en el suelo. Tomó los siete panes y los peces, dijo la acción de gracias, los partió y los fue dando a los discípulos, y los discípulos a la gente. Comieron todos hasta saciarse y recogieron las sobras: siete cestas llenas.

Comentario

“Un gran Profeta ha surgido entre nosotros” (Lc 7,16). Es el poder misericordioso que se encuentra con el ser humano débil, limitado y necesitado. Jesús curaba las enfermedades y se compadecía de aquellas multitudes desamparadas. Ante una necesidad, Él nunca permanecía indiferente. Sabe hacer de lo poco una multiplicación y una largueza, como en el relato de la multiplicación de los panes y los peces en el Evangelio de hoy. Multiplicará y repartirá lo que necesitan. Él sabe lo que necesitamos, por eso quiere que comamos de su Pan todos los días. También nosotros debemos compartir lo mucho o poco que tenemos con los más lo necesitan. La solidaridad con el hermano surge de la participación en el Banquete de la Eucaristía. Que te sigamos, Señor, por el desierto de la vida compartiendo los dones que Tú nos ofreces. A.C.P.