Evangelio 2º domingo de Adviento
Lectura del santo evangelio según san Mateo (3,1-12):
Por aquel tiempo, Juan Bautista se presentó en el desierto de Judea, predicando: «Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos.» Éste es el que anunció el profeta Isaías, diciendo: «Una voz grita en el desierto: "Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos."» Juan llevaba un vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura, y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. Y acudía a él toda la gente de Jerusalén, de Judea y del valle del Jordán; confesaban sus pecados; y él los bautizaba en el Jordán. Al ver que muchos fariseos y saduceos venían a que los bautizará, les dijo: «¡Camada de víboras!, ¿quién os ha enseñado a escapar del castigo inminente? Dad el fruto que pide la conversión. Y no os hagáis ilusiones, pensando: "Abrahán es nuestro padre", pues os digo que Dios es capaz de sacar hijos de Abrahán de estas piedras. Ya toca el hacha la base de los árboles, y el árbol que no da buen fruto será talado y echado al fuego. Yo os bautizo con agua para que os convirtáis; pero el que viene detrás de mí puede más que yo, y no merezco ni llevarle las sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego. Él tiene el bieldo en la mano: aventará su parva, reunirá su trigo en el granero y quemará la paja en una hoguera que no se apaga.»
Día 8 de Diciembre: 2º de Adviento; LA INMACULADA (Lc 1,26-38)
María es la mujer nueva que con Cristo, el hombre nuevo, refleja la nueva humanidad, restaurada a su hermosura primera, tal como salió de tus manos creadoras en los umbrales del universo. Uno de los personajes importantes del Adviento es María. Sin Ella no hubiera sido posible la salvación. La liturgia de hoy insiste en que el pecado y el mal pueden ser vencidos. Es necesario la colaboración de una Mujer que con fe obediente dijo: “Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra”. María por ser tan humana, tan débil, tan cercana, se ha erigido en la Madre de todos los que buscan alguien cercano en quien confiar y descansar. Ella tuvo que pasar por las mismas dudas de fe que nosotros. Se vio sumergida muchas veces en la oscuridad de la fe, en el no entender y no comprender los caminos de Dios. La fe de María fue grande, sin igual, y esa fe, esa confianza es la diadema más preciosa que luce María para toda la eternidad. Con razón es llamada Madre de los creyentes. Y con razón el pueblo sencillo y fiel ha encontrado en ella el camino seguro de los que ponen su confianza total en Dios. Ella es la que mejor nos puede enseñar a preparar nuestro corazón para acoger, de verdad, a Jesucristo en nuestras vidas. Ella es modelo para los creyentes porque su vida estuvo totalmente abierta al plan de Dios: “Hágase en mí según tu Palabra”, fue su respuesta al anuncio del ángel. Ella es también la mujer creyente, en quien “colmas de bienes a los humildes, mientras despides vacíos a los ricos engreídos”. Damos gracias a Dios por María, la mujer sencilla de Nazaret, la mujer del Sí y de la Esperanza. Hoy te bendecimos, Padre, por María Inmaculada, la llena de tu gracia y unimos la espera y la esperanza de la venida de Cristo al recuerdo de su Madre bendita, que es toda ella adviento.