Evangelio 28 de Diciembre
Lectura del santo evangelio según san Mateo (2,13-18):
Cuando se marcharon los magos, el ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: «Levántate, coge al niño y a su madre y huye a Egipto; quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo.» José se levantó, cogió al niño y a su madre, de noche, se fue a Egipto y se quedó hasta la muerte de Herodes. Así se cumplió lo que dijo el Señor por el profeta: «Llamé a mi hijo, para que saliera de Egipto.» Al verse burlado por los magos, Herodes montó en cólera y mandó matar a todos los niños de dos años para abajo, en Belén y sus alrededores, calculando el tiempo por lo que había averiguado de los magos. Entonces se cumplió el oráculo del profeta Jeremías: «Un grito se oye en Ramá, llanto y lamentos grandes; es Raquel que llora por sus hijos, y rehúsa el consuelo, porque ya no viven.»
Comentario
El Ángel anuncia a José del peligro que corre el Niño si no huyen a otro país. José es diligente como lo fue María dando su “sí” responsable, y quiere colaborar con los planes de Dios en favor de toda la humanidad. Jesús, por su parte, es el primer desterrado, como lo fue el pueblo de Israel. Ya desde su nacimiento se desarrollan en Él las fuerzas del mal que le acompañarán a lo largo de su vida. Los Inocentes son los perseguidos a causa del “justo” que se hace solidario con los testigos inocentes. El misterio de la Navidad trae para todos diversos signos de presencia mesiánica: para unos, los pastores y los magos, es causa de alegría; para los inocentes es motivo de tristeza. El evangelista Mateo quiere que veamos cómo se cumplen en Jesús las promesas del Pueblo de Dios. Hay un paralelismo real entre los inocentes del Faraón y los asesinados por Herodes. Las profecías se encarnan en aquellos que sufren, son perseguidos o mueren por el Inocente. Que esta fiesta nos lleve a todos a cantar un himno de alabanza al Mesías por quienes dieron su vida por el Reino de los cielos.