Evangelio 27 de febrero
Lectura del santo evangelio según san Lucas (15,1-3.11-32):
En aquel tiempo, solÃan acercarse a Jesús todos los publicanos y los pecadores a escucharle.
Y los fariseos y los escribas murmuraban entre ellos: «Ése acoge a los pecadores y come con ellos.» Jesús les dijo esta parábola: «Un hombre tenÃa dos hijos; el menor de ellos dijo a su padre: "Padre, dame la parte que me toca de la fortuna." El padre les repartió los bienes. No muchos dÃas después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, emigró a un paÃs lejano, y allà derrochó su fortuna viviendo perdidamente. Cuando lo habÃa gastado todo, vino por aquella tierra un hambre terrible, y empezó él a pasar necesidad. Fue entonces y tanto le insistió a un habitante de aquel paÃs que lo mandó a sus campos a guardar cerdos. Le entraban ganas de saciarse de las algarrobas que comÃan los cerdos; y nadie le daba de comer. Recapacitando entonces, se dijo: "Cuántos jornaleros de mi padre tienen abundancia de pan, mientras yo aquà me muero de hambre. Me pondré en camino adonde está mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo: trátame como a uno de tus jornaleros." Se puso en camino adonde estaba su padre; cuando todavÃa estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió; y, echando a correr, se le echó al cuello y se puso a besarlo. Su hijo le dijo: "Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo." Pero el padre dijo a sus criados: "Sacad en seguida el mejor traje y vestidlo; ponedle un anillo en la mano y sandalias en los pies; traed el ternero cebado y matadlo; celebremos un banquete, porque este hijo mÃo estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado." Y empezaron el banquete. Su hijo mayor estaba en el campo. Cuando al volver se acercaba a la casa, oyó la música y el baile, y llamando a uno de los mozos, le preguntó qué pasaba. Éste le contestó: "Ha vuelto tu hermano; y tu padre ha matado el ternero cebado, porque lo ha recobrado con salud." Él se indignó y se negaba a entrar; pero su padre salió e intentaba persuadirlo. Y él replicó a su padre: "Mira: en tantos años como te sirvo, sin desobedecer nunca una orden tuya, a mà nunca me has dado un cabrito para tener un banquete con mis amigos; y cuando ha venido ese hijo tuyo que se ha comido tus bienes con malas mujeres, le matas el ternero cebado." El padre le dijo: "Hijo, tú siempre estás conmigo, y todo lo mÃo es tuyo: deberÃas alegrarte, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado."»
Palabra del Señor
Comentario
San Lucas, el Evangelista de la Misericordia de Dios, nos narra esta parábola de Jesús que no se centra tanto en el pecado del hijp menor, como en la misericordia y perdón sin lÃmites, ni condiciones del Padre. Este relato podrÃa también titularse la parábola de los dos hijos o del Padre Bueno; de hecho, en ella se descubren comportamientos aún presentes en nuestras comunidades cristianas y quizá en nosotros mismos: Primero, está el hijo pecador que regresa, se convierte y confiesa su culpa. Después, el primogénito, altanero, seguro de sà mismo y encerrado en su egoÃsmo de persona intachable. A diferencia del Padre, este hijo mayor no sabe amar, ni perdonar.