Evangelio 24 de Marzo
Lectura del santo evangelio según san Lucas (4,24-30):
En aquel tiempo, dijo Jesús al pueblo en la sinagoga de Nazaret: «Os aseguro que ningún profeta es bien mirado en su tierra. Os garantizo que en Israel había muchas viudas en tiempos de Elías, cuando estuvo cerrado el cielo tres años y seis meses, y hubo una gran hambre en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías, más que a una viuda de Sarepta, en el territorio de Sidón. Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo; sin embargo, ninguno de ellos fue curado, más que Naamán, el sirio.» Al oír esto, todos en la sinagoga se pusieron furiosos y, levantándose, lo empujaron fuera del pueblo hasta un barranco del monte en donde se alzaba su pueblo, con intención de despeñarlo. Pero Jesús se abrió paso entre ellos y se alejaba.
Reflexión
2Re 5,1-15ª: Ninguno de ellos fue curado, más que Naamán, el sirio.
Lc 4,24-30: Ningún profeta es aceptado en su patria.
El profeta Jesús experimentó también la fuerza de los prejuicios sociales y de la
religión anquilosada de su tiempo: “Os aseguro que ningún profeta es bien
mirado en su tierra”. Ante este tipo de prejuicios parece que ni las lecciones del
pasado son suficientes. Como Jesús, tendremos que aprender a “abrirnos paso
entre ellos”. La salvación no es exclusiva de unos pocos. Ninguna religión, ni
ninguna Iglesia puede arrogarse este derecho. La vida del Padre, es
para todos, los de cerca y los de lejos. Dios quiere la vida para todos.
Lo contrario es el exclusivismo salvífico que rechazó Jesús