Evangelio 18 de marzo
Lectura del santo evangelio según san Juan (10,31-42):
En aquel tiempo, los judÃos agarraron piedras para apedrear a Jesús. El les replicó:
«Os he hecho ver muchas obras buenas por encargo de mi Padre: ¿por cuál de ellas me apedreáis?».
Los judÃos le contestaron:
«No te apedreamos por una obra buena, sino por una blasfemia: porque tú, siendo un hombre, te haces Dios».
Jesús les replicó:
«¿No está escrito en vuestra ley: "Yo os digo: sois dioses"? Si la Escritura llama dioses a aquellos a quienes vino la palabra de Dios, y no puede fallar la Escritura, a quien el Padre consagró y envió al mundo, ¿decÃs vosotros: "¡Blasfemas!" Porque he dicho: "Soy Hijo de Dios"? Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis, pero si las hago, aunque no me creáis a mÃ, creed a las obras, para que comprendáis y sepáis que el Padre está en mÃ, y yo en el Padre».
Intentaron de nuevo detenerlo, pero se les escabulló de las manos. Se marchó de nuevo al otro lado del Jordán, al lugar donde antes habÃa bautizado Juan, y se quedó allÃ.
Muchos acudieron a él y decÃan:
«Juan no hizo ningún signo; pero todo lo que Juan dijo de este era verdad».
Y muchos creyeron en él allÃ.
Palabra del Señor
Comentario
En el texto del Evangelio de hoy, Jesús polemiza otra vez con los judÃos, que, en este caso encarnan simbólicamente la incredulidad del mundo. Jesús rebate de nuevo a sus agresivos adversarios con dos argumentos: El primero es una cita de la Escritura (Sal 81, 6), donde todos los hombres son declarados divinos, por lo tanto, Él, como Hijo único de Dios, puede aplicarse el versÃculo con mayor razón. La segunda prueba de su divinidad serÃan sus obras, que solo proceden de la fuerza de Dios. De nuevo el Evangelio nos recuerda que solo el Señor Jesús es el centro de nuestra fe.