El poder curativo de la fe
Lema: “Levántate, vete; tu fe te ha salvado” (Lc 17, 19)
La Pascua del Enfermo es el acto gozoso y festivo que clausura la Campaña del Enfermo. En todo este tiempo de la campaña hemos intentado crear en nuestras comunidades una mayor sensibilidad hacia los miembros enfermos y un compromiso por la promoción de la salud.
La Pascua del enfermo ha de ser una gran fiesta para la parroquia, el hospital o la comunidad, y se puede aprovechar para movilizar a toda la comunidad y, teniendo en cuenta siempre la realidad de cada enfermo, hacer todo lo posible para que estén presenten en las celebraciones.
Al haber tenido como tema en la Jornada Mundial del Enfermo, el 11 de febrero, “la gracia especial de los sacramentos de sanación”, quizá sea conveniente la celebración comunitaria de la Unción de Enfermos. Será muy importante una buena preparación, teniendo en cuenta quiénes son los sujetos de la Unción -no se debe banalizar el sacramento por quitar los aspectos negativos que para muchos cristianos tiene el sacramento- y darle todo el sentido del Sacramento.
La unción de los enfermos
1.- Hoy la Iglesia en España celebra la Pascua del enfermo. La paz y en amor de Jesús ayudan a vivir con serenidad la enfermedad, que es uno de esos momentos donde la vida se pone cuesta arriba y la fe nos ayuda a darle un sentido más esperanzador.
2.- La unción de los enfermos es un sacramento por el cual el sacerdote y la comunidad cristiana oran por el enfermo, ungiéndole con el aceite sagrado, para ayudar a estas personas enfermas a vivir cristianamente su enfermedad, su ancianidad o su discapacidad. Es una oración que anima a creer que la vida vale la pena ser vivida. Por lo tanto, no tiene sentido recibirlo “en el último segundo”, cuando uno está “a las puertas de la muerte”. Por la Unción de los enfermos es el mismo Cristo el que se acerca al enfermo que expresa su fe en él, y uniéndose a Cristo en su dolor, el enfermo participa en su gloriosa resurrección.
3.- La unción de los enfermos da al enfermo una gracia especial del Espíritu Santo con la cual es ayudado en su salud, confortado por la confianza en Dios, robustecido para que pueda soportar sus males con fortaleza, consigue la salud del cuerpo si conviene para su salvación y recibe el perdón de los pecados. En el fondo es esa paz de Jesús y que todos necesitamos para vivir la vida.
4.- Cada vez que celebramos la Resurrección de Jesús en la Eucaristía, el mismo Señor nos da su paz, su amor y la fortaleza necesaria para vivir con fe y esperanza cada momento de nuestra vida. Esa fortaleza se manifiesta en el alimento que recibimos, que es el propio Jesús, su Cuerpo y su Sangre, y en su Espíritu Santo.
(Extractos de la Pastoral de la Salud)